Eros, Sara, Kevin, Rafa, Ana, César, Jennifer, Celia, Laura y otros
jóvenes de Móstoles se apuntaron a las clases en busca de “nuevas
habilidades para encontrar otros trabajos”. Y por agenciarse un título
de la Escuela Pública de Animación de la Comunidad de Madrid. Pero
la profesora, Ruth, les alertó de “la titulitis” y se volcó “en despertar
el espíritu de animador, que es una profesión que te tiene que gustar”,
según relató durante la visita que la concejal de Juventud, Eva Sánchez,
hizo al grupo, en el Espacio Joven Ribera. “Hay que hacer cosas pensando
en el largo plazo, en que lo importante es trabajar con las personas,
que eso es lo que vale la pena”. En ese punto, para Distrito Joven
les preguntamos cuál era para ellos el espíritu de los animadores
deportivos. Fue cuando Eros habló de “vocación”, Sara de “ganas de
enseñar y aprender”, y Kevin de “adaptabilidad”. “Hay que tener un
plan A, un plan B y un plan C para seguir adelante si no salen las
cosas como se espera”. Rafa citó la “motivación”, Ana “las ganas
de estar con niños”, César “la ilusión”, Jennifer el “disfrute de
lo que se está haciendo” y Celia “la creatividad, para poder rehacer
un proyecto cuando trabajes con distinto perfil de personas”.
En las 60 horas de curso aprendieron las funciones de un animador deportivo, los valores que se transmiten desde el deporte y hasta divertimentos populares. Los vimos en el parque trasero del Espacio Joven Ribera “aprender jugando”, como lo definió la docente. La mayoría tenía experiencia como monitor de tiempo libre y los que provenían de otras profesiones, caso de una auxiliar de enfermería, dijeron que estaban allí para “aprender nuevas formas de abrirse a las personas”.
[“Hay que hacer cosas pensando en el largo plazo”]